O "Poule sucré avec pommes de terre en quartiers", que creo que diría un francés. Esta es una vuelta de rosca al plato del domingo por antonomasia, pero con un toquecito diferente y se lo quiero dedicar a mi amiga Teresa, que sé que estas patatas son unas de sus preferidas.
INGREDIENTES
- Un pollo entero abierto por la espalda.
- 700 gr de cebollitas.
- Un kilo de patatas frescas.
- Un diente y medio de ajo.
- Cuatro cucharadas de miel.
- Cuatro cucharadas de vinagre de Módena.
- Una cucharadita de tomillo, una de romero y una de perejil.
- Aceite, sal y pimienta.
- Dos cucharadas de harina.
PREPARACIÓN
Pela las cebollitas y, en una fuente de barro, añade un poco de aceite y sal y disponlas para que cubran el fondo de la fuente.
En un mortero muele el perejil, el tomillo y el romero con un poco de sal. Ralla el ajo y añade la miel y el vinagre. Mézclalo todo junto.
Toma el pollo y practícale unos cortes en las zonas más gruesas (pechuga y muslos) para que se haga antes y también para poderle untar mejor la mezcla (tanto en la parte interior como la exterior).
Una vez esté el pollo bien untado, ponlo en la cazuela y cúbrelo con papel de horno ligeramente humedecido con agua.
Mételo en el horno a 180º durante, al menos, una hora.
Mientras tanto, lava a conciencia las patatas (ya que las vamos a hacer con la piel). Córtalas en gajos.
Cuécelas con sal unos 7 o 10 minutos (hasta que las pinches con un cuchillo y éste entre y salga sin resistencia). Escúrrelas y déjalas enfriar.
Pasada una hora, retira el papel de horno del pollo, baja un poco el horno (170º - 160º) y déjalo 30 minutos más.
Cada cinco o diez minutos abre el horno y riega el pollo con los jugos que ha ido soltando para que quede perfectamente crujiente.
Cuando queden 10 minutos para que esté el pollo, pon en una bolsa limpia la harina, un poco de sal y perejil (¡con esto usarás muy poca harina y ensuciará aún menos!). Enharina las patatas y fríelas en abundante aceite muy caliente (recuerda que ya están hechas y tan sólo quieres darle un toque súper crujiente). Al sacarlas, recuerda espolvorearlas con un poco más de perejil.
Puedes dejar algunas patatas sólo hervidas si quieres que el plato sea más ligero (tú mismo).
Saca el pollo que estará deliciosamente caramelizado, perfectamente cocido y con la carne que se separa del hueso. Trínchalo y sirve una buena tajada con las cebollitas que han quedado dulces tras su cocción y unas cuantas patatas gajo (fritas o cocidas).
Por último puedes hacer una salsa de yougur (yogur griego cremoso, sal, pimienta, aceite y vinagre) para acompañar las patatas... Pollo asado, patatas gajo, cebollitas casi confitadas... ¡Un plato perfecto para un entrañable día en familia y con amigos!